ENTONCES QUÉ
Mugre como la huella de la vida
Cuando hablamos de mugre hablamos de una colección de rastros que van dejando las vivencias, que hablan de un pasado en el presente, de una vida pasada que continúa, de la huella imborrable que tiene cada una de nuestras acciones y decisiones. Hablamos de pequeños residuos que cuentan historias gigantes. De la colilla en el cenicero a las tres de la mañana que indica un gran encuentro entre amigos. De la colección de hojas rotas y descartadas que evidencia las horas invertidas en la creación de algo que amamos. De la pila de pañuelos regados que marca las cicatrices de un corazón roto. En la decadencia permanece algo de vitalidad. Y también ahí permanecen, enredadas, las historias.
Pero cuando hablamos de Mugre, por lo menos nosotros, hablamos también de una revista. Y sí, su nombre se asocia con todo lo anterior. En esa asociación, creemos, recae su familiaridad. El mugre nos recuerda de dónde venimos y (aunque a veces no nos gusta) es, inevitablemente, una parte de quienes fuimos. Y en ese sentido, de quiénes somos. Porque el pasado, como el mugre, aunque a veces se ha olvidado, o barrido debajo de la alfombra, nos acompaña siempre. Nos rodea y nos persigue incluso cuando pasamos horas tratando de acomodarlo y organizarlo. Nuestro paso por el mundo es, de cierta forma, una gran ola de mugre y manchas que vamos dejando en nuestro camino hacia un futuro incierto.
¿A qué se le atribuye valor? Muchas veces este proceso es aleatorio y el mugre no es sino lo que sobra cuando se nos ha llenado el espacio. Es lo que olvidamos, lo que dejamos que se amontone por su cuenta, a veces sin que nos percatemos de la acumulación. Solo recordamos el mugre cuando ya es imposible de ignorar. Cuando amenaza invadirnos por completo. Cuando ya es imposible negar que, sí, la repisa está cubierta de polvo y a lo mejor sería buena idea pasarle un trapo. Pero lo que para uno es mugre, para otro puede ser un tesoro, y lo que sentencia lo anterior tiene mucho que ver con los espacios que creamos y donde exhibimos (o descartamos las cosas).
Lo que hemos buscado con nuestros primeros diez volúmenes es reconceptualizar la idea del mugre y generar un entorno donde se acumulen los pequeños tesoros (o los pequeños desastres) de quienes creamos. Intentamos crear una colección de mugre valiosa precisamente por lo fácil que sería descartarla y por todos los destellos de belleza y sentido que se puede encontrar en lo aparentemente desechable. En este volumen, el décimo y el primero que va a salir impreso, decidimos volver a eso que le da nombre a nuestro proyecto y aprovechamos la ocasión para celebrar también los espacios de intercambio que ustedes, quienes nos leen, nos han ayudado a crear a lo largo del último año. Ojalá entre todo lo que se denomina serio e importante, siempre exista campo para algo de Mugre.
Esperamos que lo disfruten.
EL PARCHE
